Tengo un elefante, es pequeño, y es mi mascota. Vamos por la calle, nos encontramos a una amiga y ella no se sorprende porque ya sabe que yo tengo un elefante y que voy a todas partes con él. Paseamos los tres juntos y en un momento dado, mi elefante empieza a morderme el jersey y el dorso de la mano. No me duele pero el elefante insiste. Quiere que le haga caso. Le miro, le acaricio, e intuyo lo que le pasa. Tiene hambre. Se lo digo, le digo sé qué tienes hambre. Iremos a un super.
Llegamos al super y le dejo en la entrada y me quiero dar prisa para comprar algo que pueda comer en cantidad. Mi amiga entra conmigo, el súper es enorme. Nos dividimos. Junto a un a pila de pepinos (pienso que los pepinos podrían gustarle) me encuentro a un amigo que hacía tiempo que no veía. Tiene ganas de hablar y de que nos pongamos al día. Me quedo ahí plantada, hablando, por cortesía, porque no le quiero contar que he venido con un elefante y tengo miedo de que se coma a alguien en la entrada del súper.
(pimeros días de 2021)